Un modélico plan urbanístico ha salvado Medellín (Colombia), sumida en la pobreza y la violencia hace cinco años. La Bienal Iberoamericana de Arquitectura y Urbanismo, de Lisboa, premió las dos bibliotecas de Giancarlo Mazzanti
Medellín se ha transformado. Cuatro años de gobierno municipal enfocado hacia el urbanismo social convirtieron un territorio de sicarios y sede del famoso cartel de la droga en una ciudad ejemplar. Cuatro años bastaron para hacer realidad un cambio radical que transformó una conurbación de guetos en una ciudad de todos, sacando a la calle a una sociedad que ha vivido oculta en sus casas durante años a causa del miedo.
El alcalde saliente -el independiente Sergio Fajardo- entendió que la mejor inversión que pueden hacer los gobiernos es la que tiene como protagonista a la comunidad. Su aprendizaje se inició escuchando a la gente en asambleas de barrio, tomando nota de sus necesidades, sus sueños y sus ideales de ciudad. Fue la semilla de un proceso de participación donde todos los proyectos debían tener un componente social, que indujera a transformar el territorio bajo un esquema participativo. De poco sirven las infraestructuras si no se apoyan en una política de gestión social, basada en la comunicación, la participación y la sostenibilidad. Así, arquitectos, ingenieros, comunicadores, sociólogos y un alcalde matemático -hijo de arquitecto- llevaron a cabo la recuperación de la ciudad a partir del rediseño del espacio público.
Leer articulo completo en EL PAIS.