Lo que sigue es un extracto de un trabajo presentado en el XI Congreso Forestal Mundial, en Turquia, 1997. Los autores son Kjell Nilsson y Thomas B. Randrup. Al final podrán ver el PDF del trabajo completo.
Kaplan & Kaplan (1989) han formulado una teoría sobre la interacción entre la atención del hombre y el entorno circundante. Esto significa que la vida urbana, con vehículos rápidos, señales de neón destellantes y colores fuertes, ocasiona un estrés constante. La investigación indica que la vegetación y la naturaleza refuerzan nuestra atención espontánea, permiten que nuestro sistema sensorial se relaje y nos infunden nuevas energías. Las visitas a las áreas verdes nos relajan y aguzan nuestra concentración porque sólo necesitamos utilizar nuestra atención espontánea. Al propio tiempo, conseguimos aire fresco y luz solar que son importantes para nuestros ritmos diurnos y anuales. Además, Ulrich (1984) demostró que los pacientes hospitalizados se recuperaban más deprisa cuando tenían una perspectiva a través de la ventana que les permitía ver árboles.
Ulrich et al. (1991) proyectaron a 120 personas una película sangrienta sobre accidentes industriales. A la mitad de ellas se les proyectó a continuación una película sobre la naturaleza mientras que a la otra mitad se les proyectó otra sobre la ciudad, con escenas de edificios y tráfico. Durante todo el tiempo se controló a los interesados su ritmo cardíaco, tensión muscular y tensión sanguínea. Todos ellos presentaban fuertes síntomas de estrés durante la primera película, sobre accidentes industriales. Los niveles de estrés de la mitad de los interesados, que contemplaron la película de la naturaleza, habían vuelto a un nivel normal después de 4 a 6 minutos, mientras que la mitad, que contemplaron la película de edificios y tráfico, siguió presentando fuertes niveles de estrés.
En Suecia, Grahn ha dirigido extensos estudios sobre la importancia de los parques para los diferentes grupos de población (Grahn, 1989). Los estudios demuestran que los períodos pasados al aire libre tenían un valor medicinal real para los pacientes y residentes de hospitales, residencias de ancianos y casas de salud. La gente se sentía más feliz, dormía mejor, necesitaba menos medicinas, estaba menos inquieta y mucho más locuaz. Por el contrario, lamentablemente era evidente que los enfermos, los de mayor edad y los discapacitados dedicaban sorprendentemente poco tiempo al aire libre. Esto se debía únicamente a que necesitaban ayuda para salir al exterior.
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